Sacralidad de la vida y eutanasia

Ante las próximas elecciones, vuele a resurgir el tema de la eutanasia por parte de quienes desean que sea reconocido como un derecho fundamental el poder decidir sobre la propia muerte y la de otros, como si la vida fuera un bien relativo y disponible para la libertad del individuo, en defensa de una antropología relativista.

Ante la celebración de una nueva  Jornada de la Vida, no podemos cerrar los ojos ante esta realidad.

Se argumenta que la eutanasia cuenta ya con un amplio respaldo social, a la vista de los distintos sondeos sociológicos, entre  ellos el de Metroscopia efectuado en el 2017, que arroja un porcentaje de un 85% de población española a favor de la eutanasia, con un alto porcentaje de católicos a favor de la misma.

Los partidarios de la eutanasia la justifican por compasión, por rechazo al dolor y sufrimiento, cuando en realidad están convirtiendo al que sufre en un condenado a muerte, con fecha y hora para morir.

La vida humana es un bien superior y un Derecho Fundamental y así como tal aparece recogido en el art. 15 de la Constitución Española, y ningún ser humano tiene potestad para decidir quién debe vivir y quién no, ni siquiera para con uno mismo.

En nuestro país no existe regulación legal de la eutanasia porque  matar a un ser humano es un delito, aunque es doloroso ver cada vez la mayor la insensibilidad a nivel legislativo y cultural en lo tocante a la protección del derecho a la vida, siendo las modalidades más graves de supresión de la vida el aborto y la eutanasia, en un claro olvido de la sacralidad de la vida.

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Por eutanasia debe entenderse una acción u omisión que, por su naturaleza e intencionadamente, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. Es un acto homicida, que ningún fin puede legitimar.

Puede existir una eutanasia voluntaria o involuntaria, si se solicita para sí o para otros, por ejemplo, para un bebé nacido con graves malformaciones; Puede ser una eutanasia activa o pasiva, dependiendo si produce la muerte por acción u omisión.

Un enfermo terminal, para vivir una muerte digna, necesita ser acompañado en su dolor y amado, no eliminado. De ahí la necesidad del acompañamiento de las familias, no hay nada que alivie tanto como el cariño y cercanía de nuestros seres queridos.

Además, la ortotanasia permite a  los profesionales de la salud otorgar al paciente todos los cuidados y tratamientos para disminuir el sufrimiento, pero sin alterar el curso de la enfermedad ni de la muerte, para lo que se emplea los cuidados paliativos que buscan precisamente paliar el sufrimiento hasta que la muerte ocurra.

Una muerte digna será aquella en la que el que va morir esté arropado de su familia y amigos, que sea tratado con amor, cariño y entrega, que disponga de unos cuidados paliativos recibidos de un personal sanitario comprometido con la vida, acceso a una atención espiritual…. en definitiva, morir amando y amado.

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