Firma invitada, Mariví Gallego: Un desierto sin señales de aviso

El típico grito feminista “Sola y borracha quiero llegar a casa” que se usa para reivindicar la libertad sexual de las mujeres ha sido estos días asumido por el Ministerio de Igualdad para hacer campaña de las bondades del proyecto de ley de libertad sexual presentado esta semana por el Gobierno.

¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí? Y no me refiero solamente al hecho de que desde un Ministerio se haga propaganda del abuso de alcohol sino a que, además, se quiera controlar e intervenir nuestra vida sexual, algo que pertenece a lo más íntimo y privado de la persona. Cansadas de decir “tú no te metas en mi vida” ahora llegan a la hipócrita contradicción de querer meterse en la vida de todos y con rango de ley.

El grito feminista que reclama el derecho a la borrachera sin compañía camino de casa es un grito en el desierto. El problema es que el desierto está plagado de espejismos, y este feminismo ha optado por caminar hacia ellos dándole a su visión categoría de realidad. Uno de estos espejismos podría ser el intentar saciar una sed insaciable de libertad, de autosuficiencia y de realización. Es un pozo que cada vez se requiere más ancho y más profundo. Se vive en la reivindicación constante que necesita la constante victimización de la mujer.

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En todo espejismo hay una necesidad real y, metafóricamente, un deseo íntimo y profundo también real. Por eso es muy humano perderse tras un espejismo; tienes sed, ves un oasis y vas a beber. Te puede pasar varias veces o, incluso, puedes perseguir incesantemente la falsa visión.

El salto cualitativo es que esto nos pase como sociedad, es decir, que parece que no haya nada ni nadie que indique que ese no es el camino para defender la dignidad de la mujer; una defensa que sigue siendo necesaria en tantos lugares de este mundo, pero no como lo hace este feminismo de enfrentamiento, sino desde la esencia de lo que es y significa ser mujer y en complementariedad con el hombre.

Se podría decir que el profundo y ancho pozo cavado por este feminismo ha engullido todas las señales de aviso y lo que nos presenta es puro espejismo. Quienes no pensamos así tenemos la especial responsabilidad de ofrecer nuestra visión de la mujer, particularmente en días como el del 8M. Eliminemos los espejismos y creemos señales que conduzcan a nuestra plena realización personal en coherencia con lo que verdaderamente somos.

Firma invitada Mariví Gallego

Un comentario sobre “Firma invitada, Mariví Gallego: Un desierto sin señales de aviso

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  1. «Creemos señales que conduzcan a nuestra plena realización personal». Totalmente de acuerdo. Para ello los católicos debemos ser creativos. Debemos crear señales externas, que las vea el mundo, que se las encuentren en los centros comerciales, en las marquesinas, en la radio o en televisión.

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