Buscando analizar el papel de la enseñanza concertada

 

educacionEs curioso ver cómo opinamos genéricamente sobre muchos temas sin querer analizarlos objetivamente y con frialdad y cómo, en cambio, con frecuencia queremos convertir nuestro parecer en regla universal.

Eso es lo que ocurre con la educación. La consideramos como algo fundamental pero nos atrevemos a pontificar sobre ella ajustando nuestros argumentos al veredicto que ya tenemos decidido. Y qué decir si de lo que se trata es de hablar de la enseñanza concertada. En ese momento lo primero que se establece es la sentencia predeterminada. En fin,…

Y es que, para hablar de los centros concertados, hay que liberarse de prejuicios y de ideas preconcebidas. Eso lo primero. Lo segundo será ver la educación como un objetivo compartido por toda la sociedad. Y lo tercero, establecer un análisis serio sobre su contribución real dentro del sistema educativo.

Si no se está dispuesto a dar los dos primeros pasos, no hay nada que hacer. Será imposible salir de los estereotipos que tantas veces escuchamos. Yo lo voy a intentar, dejando de ser masa que repite sin más lo mismo de siempre.

Para juzgar – porque eso parece, un juicio continuo – el papel de la enseñanza concertada convendría analizar cómo contribuye a alcanzar los tres objetivos perseguidos por todo sistema educativo: la libertad, la equidad y la eficiencia.

Respecto a la libertad, parece claro que ha de reconocerse a los padres el derecho a elegir el modelo educativo que prefieren para sus hijos. No lo digo yo, lo dice nuestra Constitución, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y otros convenios internacionales firmados por España, ahí es nada. O sea, que parece claro que debe ser un principio básico, más si cabe si sabemos que los padres son quienes les han dado la vida y que son los primeros interesados en que se conviertan en hombres y mujeres de provecho. Admitir esta premisa se pone en duda continuamente y se somete a permanente debate pero su reconocimiento legal al máximo nivel es innegable. Y en España, reconozcámoslo, los centros concertados – que no son sólo religiosos, por cierto – permiten a los padres elegir algo diferente a la enseñanza exclusivamente pública.

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Si hablamos ahora de equidad conviene repasar bien este concepto – nada fácil, por cierto –.  Ya la OCDE en 2007 señalaba en un informe – “No más fallos: Diez pasos hacia la equidad en Educación” que las circunstancias sociales, económicas y personales de los alumnos no debían ser obstáculo para desarrollar todo su potencial educativo y para establecer un estándar mínimo básico de educación para todos. Y la UNESCO en 1994, en la “Declaración de Salamanca y Marco de Acción para las necesidades educativas especiales” marcaba que todos los alumnos – absolutamente todos – han de ser sujetos de equidad. Así lo recogen los profesores Sánchez y Manzanares al hablar de tres niveles de equidad: la macroequidad (a nivel de la política educativa), la mesoequidad (la orientación y apoyo educativo de los centros) y la microequidad (la que cada profesor ha de emplear en el aula para conseguir que todos sus alumnos alcancen los objetivos).

¿Qué ha de entenderse, pues, por equidad? Creemos que es la creación de las condiciones de aprendizaje para que cada alumno pueda desarrollar al máximo sus capacidades, sin que el origen social, situación psicofísica, socioeconómica u otras sean un obstáculo para que alcancen el éxito educativo. Si hablamos entonces de éxito educativo, el problema será entonces conseguir que nuestro sistema educativo genere oportunidades reales para todos sus alumnos.

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Analizando los datos de equidad del Informe PISA y el rendimiento académico, en un estudio propio, llegamos a la conclusión que, de entre los alumnos cuyas familias tienen menor nivel socioeconómico, aquellos que se escolarizan en centros concertados obtienen mejores resultados que los que lo hacen en los públicos. Es decir, que también la enseñanza concertada contribuye al objetivo de la equidad del sistema educativo porque está generando mejores oportunidades para aquellos con desventaja social o económica.

Y, finalmente, toca analizar la eficiencia. Lo primero que sorprende son las grandes diferencias que existen en España entre las distintas CCAA en lo que se refiere a la financiación de los centros tanto públicos como concertados. Llama poderosamente la atención. Empezando porque en el País Vasco el porcentaje de presencia de la enseñanza concertada es cercano al 50% del total y, en el otro extremo, Castilla-La Mancha ofrece sólo un 15%, situándose se la media nacional en torno al 25%.

En este tema debemos tener en cuenta varios indicadores. Por un lado, habrá que hablar del Gasto Público destinado a la financiación de la concertada – inferior en términos medios a su coste real en un 20,66% en la Educación Infantil y Primaria y en un 15,83% en la Educación Secundaria –. Por otro lado, en el ahorro que se produce en los costes respecto a la enseñanza pública – para la Educación Infantil y Primaria es, en números redondos, del 30% y para la Enseñanza Secundaria del 42%  –. Ahí es nada. Estos valores los he comprobado yo mismo gracias a la “Encuesta de Financiación y Gastos de la Enseñanza Privada” que realiza el INE cada cinco años.

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Y no sólo eso. Económicamente tendremos que hablar de los términos de eficiencia técnica y de eficiencia económica para ver cómo se emplean los recursos que cada uno dispone. En términos generales para España, la enseñanza pública presenta una ineficiencia total en torno a 550 millones de Euros. Para ello tenemos en cuenta un modelo de análisis matemático – Análisis Envolvente de Datos – que considera el rendimiento de los alumnos, el índice de equidad de PISA, el coste por alumno y la densidad de población.

Con todos estos argumentos, la visión de la concertada se ajusta más a la realidad y, creo, cambia. ¿De verdad que no contribuye a la mejora del sistema educativo?

¿No será mejor reconocer que el objetivo de toda la sociedad es la calidad de la enseñanza y que a ese fin deberíamos todos aunar nuestros mejores esfuerzos con los medios que estén disponibles? La enseñanza pública presentará, sin duda, mejores valores en otros indicadores que se pudieran analizar, pero, ¿no es mejor convertirse en fieles aliados? Es el futuro de nuestros hijos y de nuestra sociedad al completo el que está en juego.

 

 

Firma invitada: Félix Burgos Fernández

Grupo de Investigación ELEDUCA de la Universidad San Pablo CEU

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