Amistad cívica

 

opinión“La amistad también parece mantener unidas las ciudades. Y los legisladores se afanan más por ella que por la justicia”. Estas palabras de Aristóteles en su “Ética a Nicómaco” que tan brillantemente han sido desarrolladas por Adela Cortina en su última obra “¿Para qué sirve la Ética?”, pueden ayudar a situarnos ante el penoso espectáculo que está dando nuestra clase política y al que los ciudadanos de este país estamos asistiendo totalmente perplejos.

Se ha llegado a decir que la democracia es “el menos malo de los sistemas políticos”, pues asegura la participación de los ciudadanos en la política, asume el bien común como fin y criterio regulador de su práctica, y en su organización reconoce el principio de división de poderes. Pero como toda obra humana, está expuesta  a numerosas patologías, que tienen su origen en las malas prácticas políticas. Por desgracia en nuestra joven democracia existen múltiples referentes en este sentido: corrupción, pretensión de poder a cualquier precio, manipulación de masas, oportunismo, clientelismo, fraude electoral…

Pero a la vista de lo que está aconteciendo últimamente en la vida política de nuestro país, la más grave es la ruptura de la relación en concordia y lealtad de todas las fuerzas políticas que participan en el juego democrático. Adela Cortina lanza un mensaje muy significativo en este sentido cuando afirma que “no se construye una vida pública desde la enemistad porque entonces faltan el cemento y la argamasa que une los bloques de los edificios”.

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Está claro que en la tarea política existen discrepancias inevitables, que los desacuerdos forman parte del humus político natural en una sociedad plural. Pero cuando esa legítima confrontación de ideas se transforma en defensa de los propios intereses particulares; cuando el diálogo que exige respeto y argumentación es sustituido por el insulto y la bronca; cuando al adversario político se convierte en enemigo…; entonces se está deteriorando la amistad cívica y con ello resquebrajándose el fin principal de la democracia que es la búsqueda del bien de todos los ciudadanos.

Repensar el papel de la amistad en el juego político es asignatura pendiente de nuestros políticos pues, como dice Aristóteles, es antesala para su tarea primordial de buscar la justicia.

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